El R铆o

El R铆o

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La 煤ltima vez que he estado en el pueblo, estas pasadas Navidades, estuve un d铆a pensando en la gran diferencia que exist铆a, con respecto a mi infancia con nuestro r铆o, ese r铆o de la Virgen, que nos atraviesa de pleno, que actualmente est谩 tan remozado y oculto por su tramo m谩s c茅ntrico del pueblo y que hace 60 a帽os era totalmente distinto, era un r铆o vivo, un r铆o abierto que nos ofrec铆a su caudal generoso, durante todo el a帽o, que se alimentaba y enriquec铆a con las distintas fuentecicas que a lo largo de todo su curso iban manando sus aguas, a ese r铆o arteria principal de vigor de vida y hasta casi de cuarto de ba帽o y de saneamiento de nuestras entonces tan nimios servicios de higiene familiar y particular.
Cierto es que el progreso, la evoluci贸n, y tambi茅n la posible defensa de todos los vecinos ante evento de riesgo de tormentas y de riadas, que siempre se han ido produciendo a lo largo de nuestra historia, han obligado a cambiar el aspecto del transcurso del r铆o y hasta la necesidad de ocultarlo por tramos para hacer m谩s funcional, que no bello, los m谩rgenes de nuestro r铆o.
Pero no es menos cierto que la belleza, la utilidad, la facilidad del contacto de los ni帽os y j贸venes con una naturaleza viva, se han perdido y disfrazado por masas de cemento que lo han desprovisto de los juncos, de los chilancos, de los ranas, de alguna que otra flor, de los patos, que una vecina ten铆a durante el d铆a en sus orillas, y que embellec铆an el ambiente con el contacto directo de sus aguas por la vida animal.
Porque en aquella 茅poca el r铆o formaba parte importante de todos los vecinos, serv铆a para que nuestras madres acudieran a lavar, de madrugada, al cauce cristalino de algunas de las muchas fuentecitas, o fuentecicas, como all铆 las llamamos, serv铆a para que las casa por las que atravesaba el pueblo aprovechando el caudal del caz pudieran recoger agua, regar alg煤n huerto e incluso hacer caer sobre 茅l la taza del water y para los m谩s peque帽os serv铆a de juego, entretenimiento, de buscar ranas, de meter los pies en el agua, de buscar musgo para los belenes y de correr los patos e incluso hurtarle a su due帽a alg煤n huevo perdido entre sus matojos.
Y lo mejor de todo, aquel paso constante del agua por todo el pueblo, y su trazado totalmente natural con ausencia toral de construcci贸n en 茅l. excepto las dos paredes que lo encauzaban, hac铆an, tanto en el r铆o como en el paseo de la Fuente de la negra, que tambi茅n estaba descubierto , que en el verano la temperatura fuese muy fresquita, que todo el r铆o en si sirviera como una especie de gran ventilador que hac铆a que las tardes, noches, del verano en Fuensanta fuesen deliciosas e hiciesen que todo el pueblo y que muchos forasteros que nos ven铆an de fuera disfrut谩semos de nuestra particular “playa”, porque la otra, la autentica, entonces no pod铆amos ver ni en pintura.
Un paseo a la fuente, por las noches despu茅s de cenar, en pleno verano, era imprescindible para que ese r铆o y el agua helada de nuestra Fuente de la Negra nos permitiesen ir a la cama sin ning煤n trauma de ausencia de frigor铆ficos, ni de aire acondicionado, porque nosotros los fuensante帽os aquello, con nuestro micro-clima, ya lo ten铆amos perfectamente solucionado.Todo un lujo.

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